Puede pasar horas de angustia por perderse una
luna llena. Muere de pánico ante los malos augurios de locos callejeros. Un
poco Pizarnik, un poco Cosmopólitan, pero ninguna de las dos. Se indigna ante lo
que no comprende, se enfurece contra la nada y se deja llevar por la autocompasión.
En algún momento se da cuenta de su egoísmo y vanidad y de pronto se convierte
en un ser altruista que regala hojitas secas y escucha confundida una y otra
vez. Las personas que la arrancan de su melancolía causándole una carcajada
inesperada se ganan todo su respeto. ¿Quién es?
El dios de los cristianos, Dios de mi infancia, no hace el amor. Quizás es el único dios que nunca ha hecho el amor, entre todos los dioses de todas las religiones de la historia humana. Cada vez que lo pienso, siento pena por él. Y entonces le perdono que haya sido mi superpapá castigador, jefe de policía del universo, y pienso que al fin y al cabo Dios también supo ser mi amigo en aquellos viejos tiempos, cuando yo creía en Él y creía que Él creía en mí. Entonces paro la oreja, entre la caída del sol y la caída de la noche, y me parece escuchar sus melancólicas confidencias.
Eduardo Galeano.
Eduardo Galeano.