El dios de los cristianos, Dios de mi infancia, no hace el amor. Quizás es el único dios que nunca ha hecho el amor, entre todos los dioses de todas las religiones de la historia humana. Cada vez que lo pienso, siento pena por él. Y entonces le perdono que haya sido mi superpapá castigador, jefe de policía del universo, y pienso que al fin y al cabo Dios también supo ser mi amigo en aquellos viejos tiempos, cuando yo creía en Él y creía que Él creía en mí. Entonces paro la oreja, entre la caída del sol y la caída de la noche, y me parece escuchar sus melancólicas confidencias.

Eduardo Galeano.

martes, 27 de julio de 2010

lo que en verdad aprendo #2: Filosofía de la Historia

I
 
 
Existe una leyenda sobre un autómata diseñado para jugar al ajedrez que respondía perfectamente a cada movimiento de un oponente. Se trataba de una marioneta en atuendo turco y con un narguile en la boca, sentada a una mesa frente al tablero de ajedrez. Un sistema de espejos producía la ilusión de que la mesa era transparente por todos los lados. En realidad, un pequeño jorobado (maestro del ajedrez) estaba sentado bajo la mesa y dirigía la mano de la marioneta por medio de unos hilos. Podemos imaginar el equivalente filosófico de este dispositivo. La marioneta, llamada “materialismo histórico”, debe ganar todo el tiempo. Esta puede ser una partida fácil para aquél que se aliste en los servicios de la teología que hoy, como sabemos, es fea y debe mantenerse apartada de la vista.

Walter Benjamin (Tesis sobre la Filosofía de la Historia)
 

lo que en verdad aprendo #1: Angelus Novus



IX



"Mein Flügel ist zum Schwung bereit,
ich kehrte gern zurück,
denn blieb ich auch lebendige Zeit,
ich hätte wenig Glück."

("Mi ala está lista para el vuelo,
me gustaría volverme atrás,
si yo me quedara un tiempo eterno,
tendría poca suerte.")

Gerhard Scholem,
‘Gruss vom Angelus’

Una pintura de Paul Klee titulada ‘Angelus Novus' muestra a un ángel que parece como si de pronto fuera a apartarse de algo que está contemplando con fuerza. Sus ojos miran fijamente, su boca está abierta, sus alas extendidas. Así es como uno imagina al ángel de la historia. Su cara está vuelta hacia el pasado. Allí donde percibimos una cadena de acontecimientos, él ve una sola catástrofe que sigue amontonando restos y lanzándolos delante de sus pies. Al ángel le gustaría quedarse, despertar a los muertos, y recomponer todo lo que ha sido roto. Pero una tormenta del Paraíso empuja sus alas hacia atrás con tal violencia que no puede cerrarlas. La tormenta impulsa al ángel hacia el futuro (al que da su espalda) irresistiblemente, mientras la pila de restos y escombros crece por el cielo tras él. Esta tormenta es lo que llamamos progreso. 


Walter Benjamin (Tesis sobre la Filosofía de la Historia)