El dios de los cristianos, Dios de mi infancia, no hace el amor. Quizás es el único dios que nunca ha hecho el amor, entre todos los dioses de todas las religiones de la historia humana. Cada vez que lo pienso, siento pena por él. Y entonces le perdono que haya sido mi superpapá castigador, jefe de policía del universo, y pienso que al fin y al cabo Dios también supo ser mi amigo en aquellos viejos tiempos, cuando yo creía en Él y creía que Él creía en mí. Entonces paro la oreja, entre la caída del sol y la caída de la noche, y me parece escuchar sus melancólicas confidencias.

Eduardo Galeano.

domingo, 11 de octubre de 2009

Los pueblos originarios siguen resistiendo





Documento elaborado para la Jornada de Resistencia de los Pueblos Originarios en memoria de Alex Lemún, 7 de noviembre de 2006


Los pueblos originarios seguimos resistiendo. Es la razón por la que estamos aquí. Resistimos 514 años condenados al despojo, a la muerte y al silencio. Resistimos a la imposición de este Estado Nación vertical y capitalista que nos niega. Que para su consolidación impuso el modelo “roquista” de desarrollo, para el cual el aniquilamiento de los pueblos originarios era condición. Un modelo que implicó la muerte física y simbólica de miles de hermanos y hermanas que fuimos despojados de nuestro territorio, de nuestro entorno, de nuestros medios de subsistencia y de nuestra cultura.
Roca al sur y centro sobre el territorio Mapuche, Tehuelche, Ranquel, Ona; Álvarez Prado en el noroeste de las comunidades Kolla y Wichi; Victorica en el Chaco Guaraní y de la nación Q’om. Ellos perpetraron un genocidio al servicio del avance del capitalismo. Estos asesinos son los próceres de vuestro Estado, que no es más que la continuación de las Coronas. Que no ha hecho sino asegurar la continuidad del saqueo, del colonialismo y de la dependencia por los siglos subsiguientes.
Hoy el territorio sigue en manos ajenas. En manos de magnates, de empresarios nacionales y de corporaciones multinacionales, que guiados por la búsqueda constante de lucro impulsan la depredación de la tierra, el agua, los minerales y la biodiversidad, destruyendo nuestra soberanía alimentaria y devastando consigo pueblos y culturas. Para ello imponen, a los descartables del modelo, muerte, represión y sometimiento a todo tipo de opresiones.  Esto sólo es posible porque en la cultura occidental los hombres han dejado de sentirse parte de mundo que los rodea. Y han establecido relaciones de dominación con la Naturaleza y con los otros.
El avance de este modelo requiere que nuestra vida cotidiana esté atravesada por la militarización de nuestras comunidades y nuestros barrios, y la imposición de una lectura belicosa del mundo, que nos hace ver a los otros como competidores a los que hay que aplastar. No es sólo la  actuación de las fuerzas de seguridad. Es el sentido común que está  militarizado. La expansión de las varias formas de militarizar se hace necesaria para frenar las protestas sociales y las luchas por la defensa de los recursos naturales. [...]

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