El dios de los cristianos, Dios de mi infancia, no hace el amor. Quizás es el único dios que nunca ha hecho el amor, entre todos los dioses de todas las religiones de la historia humana. Cada vez que lo pienso, siento pena por él. Y entonces le perdono que haya sido mi superpapá castigador, jefe de policía del universo, y pienso que al fin y al cabo Dios también supo ser mi amigo en aquellos viejos tiempos, cuando yo creía en Él y creía que Él creía en mí. Entonces paro la oreja, entre la caída del sol y la caída de la noche, y me parece escuchar sus melancólicas confidencias.

Eduardo Galeano.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Lamiéndome



I
Te entregué mi piel
más fresca
que el alba
hice correr
mi mente y mi alma
a tu par

II
Me intoxicaste con tus humos dulces
me diste de tomar
el hollín de tu lengua
y no me pude escapar

III
De tu palabra perversa
no pude desatar los nudos
de tu lógica perfecta
no pude sacar ni una puta canción

VI
Mientras me lamo las heridas
resplandecientes
el pecho todavía me duele
todos los relojes del mundo
se estallaron aquí

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